Eugene-François Vidocq y la revolución de la criminología

by Clara Belmonte

Eugene-François Vidocq, una figura que parece sacada de las páginas de una novela de aventuras, no solo vivió una vida de altibajos dramáticos, sino que también sentó las bases de la criminología moderna. Comparado a menudo con Sherlock Holmes, combinó una vida de delincuencia con una carrera revolucionaria en la fuerza policial, lo que lo llevó a ser reconocido como el «padre» de la criminología.

Vidocq fue un maestro del disfraz, un habilidoso espadachín que escapó de los convencionalismos de su época para sumergirse en el submundo criminal. Su habilidad para adoptar diversas personalidades era tan avanzada que incluso fue contratado para matarse a sí mismo en un audaz plan de engaño. Este no era un hombre ordinario; su vida estuvo llena de acción, desde duelos hasta audaces escapadas de prisión. En una ocasión, después de ser encarcelado en el temido presidio de Toulon,  consiguió escapar exitosamente a pesar de estar fuertemente encadenado, ganándose una reputación de casi leyenda.

A diferencia de Sherlock Holmes, Vidocq no era un personaje ficticio y su vida no estaba exenta de escándalos. Fue un conocido mujeriego y, antes de su carrera en la ley, un astuto ladrón. Su pasado como criminal le proporcionó una perspectiva única para su futuro papel como detective. Fernando Cardini, un renombrado criminólogo y toxicólogo forense, sostiene que «para ser un buen investigador criminal, hay que ser en potencia un buen criminal». Esta filosofía parece haber sido adoptada por Vidocq, quien utilizó sus conocimientos del crimen para anticipar y resolver casos con una eficacia sin precedentes.

Su capacidad para infiltrarse entre los criminales utilizando disfraces y su habilidad para recopilar información le permitieron establecer en 1811 la Brigada de la Sûreté, que más tarde se convertiría en la Sûreté Nationale. Vidocq no solo actuaba después de los delitos, sino que también trabajaba proactivamente para prevenirlos. Durante su gestión, introdujo métodos innovadores en la policía, como un sistema de fichas detalladas para delincuentes, estudios de balística y la toma de moldes de huellas en las escenas del crimen.

A pesar de sus éxitos, Vidocq no estuvo libre de controversias. En 1832, fue acusado de un crimen y tuvo que dejar su puesto. Intentó continuar su carrera fundando una de las primeras agencias de detectives privados, pero enfrentó problemas legales nuevamente en 1842 por detenciones ilegales. Aunque fue absuelto, decidió no volver a trabajar como detective.

Vidocq también incursionó en la literatura, vertiendo sus experiencias en memorias y novelas que influyeron a escritores como Edgar Allan Poe, quien creó el personaje de Auguste Dupin, y Victor Hugo, quien se inspiró en Vidocq para sus personajes en «Los Miserables».

Eugene-François Vidocq murió el 11 de mayo de 1857, dejando un legado complejo y multifacético. De ladrón a leyenda, su vida y obra continúan fascinando y enseñando a futuras generaciones sobre la delgada línea entre ser un criminal y atraparlos. Su influencia en el campo de la criminología y su metodología investigativa siguen siendo relevantes, demostrando que a veces, las figuras más improbables pueden tener un impacto duradero en la historia.

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