Última noche de Black Sabbath

by Emain Juliana

El 5 de julio de 2025, Black Sabbath volvió al lugar donde todo comenzó: Birmingham. Lo hizo para ofrecer su último concierto, titulado Back to the Beginning. Fue una noche dedicada a Ozzy Osbourne, la voz que marcó la etapa más decisiva y reconocida de la banda. Aquella jornada, miles de seguidores vivieron algo más que un concierto: asistieron al cierre de una historia que arrancó en 1969, cuando cuatro jóvenes británicos, casi sin pretenderlo, transformaron el rock en algo más oscuro, más pesado y cargado de misterio. Todo empezó con un acorde que durante siglos había sido mirado con recelo: el tritono, conocido como diabolus in musica.

La última noche de Ozzy

El 5 de julio de 2025, Black Sabbath ofreció su último concierto en el NEC Arena de Birmingham bajo el título Back to the Beginning. La noche comenzó con Ozzy Osbourne actuando en solitario junto a su banda —Zakk Wylde (guitarra), Mike Inez (bajo), Adam Wakeman (teclados) y Tommy Clufetos (batería)—, interpretando cinco temas, cuatro de ellos del álbum Blizzard of Ozz (1980): “I Don’t Know”, “Mr. Crowley”, “Suicide Solution” y “Crazy Train”, además de “Mama, I’m Coming Home”.

Pero el concierto fue mucho más que Ozzy. Por el escenario pasaron agrupaciones de la talla de Metallica, Guns N’ Roses, Tool, Anthrax, Lamb of God, Mastodon, Halestorm o Slayer, así como artistas invitados como Tom Morello, David Ellefson y Fred Durst. Hubo momentos especialmente llamativos, como la actuación conjunta de Ronnie Wood (Rolling Stones), Steven Tyler (Aerosmith), Travis Barker (Blink-182) y el productor Andrew Watt, que interpretaron el clásico “Walk This Way”.

Destacó también Tom Morello, quien junto a Nuno Bettencourt (Extreme) rindió homenaje al futbolista Diogo Jota y, más tarde, interpretó “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin junto a Chad Smith, baterista de Red Hot Chili Peppers.

Guns N’ Roses ofreció versiones de temas de Black Sabbath, además de tocar sus éxitos “Paradise City” y “Welcome to the Jungle”. Metallica, por su parte, declaró sobre el escenario: “Sin Black Sabbath no habría Metallica”, en palabras de James Hetfield, quien agradeció a la banda “por darnos un sentido a la vida”.

El broche de oro llegó con la reunión de los cuatro miembros fundadores de Black Sabbath —Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward—, que tocaron juntos por primera vez en 20 años, dejando atrás distancias marcadas durante años por problemas de salud o desacuerdos económicos. Interpretaron cuatro canciones esenciales del repertorio clásico: “War Pigs”, “Iron Man”, “N.I.B.” y “Paranoid”.

Además, el evento tuvo un carácter solidario: todos los ingresos, tanto del concierto presencial como de la retransmisión en streaming, se destinaron a organizaciones como Cure Parkinson’s, Birmingham Children’s Hospital y Acorn Children’s Hospice.

De tritonos, visiones negras y otras voces

Para comprender qué hizo tan especial a la banda, hay que retroceder a finales de los sesenta. Por entonces, el rock británico estaba lleno de colores brillantes, psicodelia y letras que hablaban de paz y amor. Pero Birmingham no era precisamente un lugar de psicodelia. Era una ciudad industrial, con fábricas, humo y barrios obreros donde el ambiente era más gris que luminoso.

Tony Iommi, Geezer Butler, Ozzy Osbourne y Bill Ward crecieron en ese entorno. Querían una música que reflejara esa dureza. No buscaban canciones alegres ni optimistas: buscaban sonidos que causaran inquietud y provocaran miedo. Y para lograrlo, recurrieron a un acorde que había sido evitado durante siglos: el tritono, el llamado diabolus in musica.

Musicalmente, el tritono es una cuarta aumentada o quinta disminuida. Se encuentra entre las notas fa y si, o entre el IV y VII grado de cualquier escala mayor (y entre el II y VI en la escala menor). Durante siglos se le consideró demasiado inestable y perturbador. En tratados medievales se le atribuía la capacidad de «levantar inquietud en quien lo escuchaba y producir una disonancia tan perturbadora que rompía con el ideal de lo perfecto y lo divino, llevando al oyente hacia pensamientos impuros y de carácter maligno influenciados por Satán».

En 1969, Geezer Butler tuvo una experiencia que terminaría marcando el rumbo del grupo. Fascinado por las novelas del ocultista Dennis Wheatley, Butler contó que una noche despertó y vio una figura negra al pie de su cama. Aquel susto inspiró la letra de Black Sabbath. Tony Iommi decidió acompañarla con un riff basado en el tritono, repitiendo tres notas que parecían campanas fúnebres. Nadie en el rock había hecho nada similar hasta ese momento.

Aquella canción fue, para muchos, el nacimiento accidental del heavy metal. Mientras el resto de bandas apostaban por la psicodelia o el virtuosismo, Sabbath apostaba por riffs más lentos, pesados y una atmósfera opresiva. La crítica de la época no lo entendió y calificó su música de demasiado oscura o siniestra. Pero el público joven encontró ahí algo que no hallaba en ningún otro sitio: la posibilidad de explorar lo oscuro, lo prohibido, lo que se mantenía al margen.

Ese riff definió un estilo. Lo que había sido un acorde prohibido se convirtió en la base de un género entero. El tritono dejó de ser un tabú medieval para convertirse en el sonido que abriría la puerta al heavy metal.

Ronnie James Dio y los cuernos del diablo

 A finales de los setenta, las tensiones internas y los excesos pasaron factura. Ozzy Osbourne fue expulsado en 1979. Muchos creyeron que Black Sabbath no podría sobrevivir sin él, pero se equivocaron.

Primero fue sustituido brevemente por Dave Walker,  aunque la transición real se produjo cuando entró en la banda Ronnie James Dio, que venía de cantar con Rainbow. Su voz era distinta: más técnica, más poderosa y con un timbre que daba a la música de Sabbath un aire casi épico. Con Dio a la cabeza, la banda grabó discos como Heaven and Hell y Mob Rules, en los que se notaba un cambio de tono. La oscuridad seguía ahí, pero se mezclaba con temas fantásticos, mitológicos y un sonido algo más pulido.

Dio no solo aportó su voz. Introdujo también un gesto que se convertiría en el símbolo más universal del heavy metal: los cuernos del diablo. Ronnie contaba que, de niño, había visto a su abuela —de origen italiano— hacer el gesto del malocchio para protegerse del mal de ojo. Él lo llevó al escenario, y sin proponérselo, creó un lenguaje visual que hoy es casi sinónimo de heavy metal.

Las idas y venidas de Black Sabbath a lo largo de los años han dejado una discografía variada y rica, con otros vocalistas al frente en un momento u otro, como Ian Gillan, David Donato, Jeff Fenholt, Glenn Hughes, Ray Gillen o Tony Martin, pero para muchos, el alma de la banda sigue estando en esa primera etapa. Esa que nació del humo de las fábricas, de visiones oscuras y de un tritono que, siglos atrás, había sido considerado demasiado peligroso para los oídos humanos.

La carrera en solitario del Príncipe de las Tinieblas

Ozzy Osbourne inició su carrera en solitario en 1979. Muchos pensaron que su trayectoria estaba acabada, pero el vocalista británico demostró lo contrario: comenzó una etapa artística aún más exitosa, consolidándose como una figura icónica del rock y el heavy metal.

Blizzard of Ozz (1980), su primer álbum solista, marcó un debut imponente. Contenía himnos como “Crazy Train” y “Mr. Crowley”, y contó con la virtuosa guitarra de Randy Rhoads, quien se convertiría en pieza fundamental del sonido de Ozzy. El álbum no solo fue un éxito comercial, sino que estableció el estándar para el metal de los ochenta, mezclando riffs poderosos con melodías accesibles.

Siguieron discos fundamentales como Diary of a Madman (1981), también con Rhoads, cuyo talento quedó truncado tras su trágica muerte en 1982 en un accidente de avión. La pérdida marcó profundamente a Ozzy, pero no detuvo su carrera. Continuó publicando álbumes que reforzaron su leyenda: Bark at the Moon (1983), con Jake E. Lee a la guitarra, The Ultimate Sin (1986), No Rest for the Wicked (1988), o No More Tears (1991), que incluyó el popular tema homónimo y “Mama, I’m Coming Home”, una de sus baladas más célebres.

Durante los noventa y dos mil, Ozzy mantuvo su relevancia gracias a giras internacionales, nuevos discos como Ozzmosis (1995) y su participación en el exitoso reality The Osbournes (2002-2005), que mostró su vida familiar al público y lo convirtió en una figura de la cultura pop más allá del metal.

Ozzy ha seguido grabando música y girando incluso en años recientes, pese a problemas de salud que han limitado sus presentaciones en vivo. Su álbum Ordinary Man (2020), con colaboraciones de artistas como Elton John y Post Malone. En 2022 lanzó Patient Number 9, que contó con la participación de leyendas como Jeff Beck, Eric Clapton y Tony Iommi.

La retirada de Ozzy Osbourne en Back to the Beginning no solo cierra el capítulo final de Black Sabbath, sino también el de una de las voces más reconocibles y carismáticas del rock. Después de décadas de música, excesos, idas y venidas, Ozzy se despidió donde todo empezó, arropado por compañeros, amigos y bandas que crecieron bajo la influencia de sus riffs y su figura. Con él se marcha una parte fundamental de la historia del heavy metal, aunque su legado siga vivo en cada escenario donde suene un riff cargado de oscuridad.

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