El Palacio de Vistalegre se transformó el 31 de octubre en el epicentro del rock en Madrid. Nada de fiestas temáticas ni calabazas: la noche de Halloween fue de guitarras, volumen y tres bandas que dejaron el listón altísimo —Witch Fever, Bush y Volbeat—.
Las primeras en pisar el escenario fueron las británicas Witch Fever, que salieron decididas a arrasar desde el primer acorde. Con su nuevo disco Fevereaten recién lanzado, mezclaron punk, metal y un toque de caos bien medido. Amy Walpole no paró de moverse, alternando gritos desgarrados con momentos más melódicos, en una actuación tan visceral como hipnótica. Pese a que el público aún se estaba acomodando, lograron que nadie permaneciera indiferente.
Luego llegó Bush, y el ambiente cambió por completo. Gavin Rossdale demostró que la veteranía no es sinónimo de calma: su presencia sobre el escenario fue magnética. Abrieron con Everything Zen y, desde ahí, todo fluyó. El repertorio combinó clásicos infalibles como Machinehead y Swallowed con material nuevo que sonó tan fresco como contundente. La interpretación de Glycerine en solitario fue el momento más íntimo de la noche, con el público acompañando cada verso entre luces de móvil y un silencio cómplice.
Y entonces apareció Volbeat, y el recinto se vino abajo. Desde los primeros compases de The Devil’s Bleeding Crown quedó claro que Michael Poulsen es uno de los grandes frontmen del rock actual. Canta con potencia, domina el escenario y tiene una conexión increíble con el público. A su lado, el ya no tan recién incorporado Flemming C. Lund, que también comparte escenario con Poulsen en su otra banda, Asinhell, encajó sin esfuerzo y aportó frescura y buena química.
Heaven Nor Hell, coreada a una sola voz por un público completamente entregado, antes de sumergirnos en una de las mejores interpretaciones de la noche The Devil Rages On, del Servant of the Mind.
Del Rewind, Replay, Rebound rescataron Die To Live, y Poulsen desplegó toda su faceta rockabilly con una voz que llenó el recinto. Fue uno de los momentos más celebrados del concierto, una mezcla perfecta entre energía, humor y virtuosismo.
El cierre fue una auténtica fiesta: Black Rose, Seal the Deal, For Evigt y, por supuesto, Still Counting y A Warrior’s Call, con miles de personas gritando “fight, fight, fight!” a todo pulmón.
Volbeat demostraron una vez más por qué son una de las bandas más queridas del metal actual. Su directo es potente, cercano y sin artificios. En Halloween no hubo trucos ni tratos, solo una gran noche de rock que dejó a todo el mundo con la misma sensación: ojalá todas las fiestas dieran tanta vida.




