Alphonse Mucha, nacido el 24 de julio de 1860 en Ivančice, una pequeña ciudad del sur de Moravia, es uno de los nombres más reconocidos del Art Nouveau. Su vida y obra son una oda a la belleza y la creatividad, con un legado que sigue inspirando a artistas y diseñadores hasta el día de hoy.
Desde sus primeros años, Mucha mostró una inclinación por el arte, aunque su camino hacia la profesionalización fue arduo debido a los modestos ingresos de su familia. Su padre, Ondřej, era ujier de la corte y su madre, Amálie, hija de un molinero. Mucha trabajó en diversos empleos de pintura decorativa en Moravia y, en 1879, se mudó a Viena para trabajar con una compañía de diseño teatral.
El destino le jugó una mala pasada en 1881 cuando un incendio destruyó el Ringtheater, el principal cliente de su firma. Este revés lo llevó de regreso a Moravia, donde empezó a hacer retratos y arte decorativo. Su talento llamó la atención del conde Eduard Khuen Belasi, quien lo contrató para pintar murales en su residencia. Este trabajo le abrió las puertas a una educación formal en la Academia de Bellas Artes de Múnich, patrocinada por el conde.
En Viena, Mucha descubrió el trabajo de Hans Makart, un pintor académico destacado, conocido por sus murales y retratos históricos. La grandiosidad y el detalle en las obras de Makart dejaron una huella profunda en Mucha, orientándolo hacia un estilo que combinaba la narrativa histórica con una rica ornamentación.
En 1887, Mucha se mudó a París, donde continuó sus estudios en la Académie Julian y la Académie Colarossi. Paralelamente, empezó a producir ilustraciones para revistas y publicidad. Su gran oportunidad llegó en 1895, cuando creó un cartel para la obra «Gismonda» de Victorien Sardou, protagonizada por la famosa actriz Sarah Bernhardt. El cartel fue un éxito rotundo, catapultando a Mucha a la fama. Bernhardt quedó tan impresionada que le ofreció un contrato exclusivo de seis años. Durante este tiempo, Mucha no solo diseñó carteles, sino también escenografías y vestuarios para el Théâtre de la Renaissance. Su estilo, caracterizado por líneas sinuosas, figuras femeninas estilizadas y elementos florales, se convirtió en sinónimo del Art Nouveau.
El éxito de Mucha en París lo llevó a colaborar con el joyero Georges Fouquet. Fascinado por los adornos en las mujeres de los carteles de Mucha, Fouquet le encargó diseños para una serie de joyas que se presentaron en la Exposición Universal de París en 1900. Mucha también diseñó los interiores de la joyería de Fouquet, creando un espacio que era una obra de arte en sí misma.
A pesar de su éxito en Francia, Mucha siempre soñó con proyectos que reflejaran su herencia eslava. Entre 1906 y 1910, visitó los Estados Unidos, pero finalmente regresó a su tierra natal para establecerse en Praga. Allí, decoró el Teatro de Bellas Artes y otros edificios emblemáticos. Con la independencia de Checoslovaquia después de la Primera Guerra Mundial, Mucha diseñó sellos postales, billetes y otros documentos oficiales para la nueva nación. Sin embargo, su proyecto más ambicioso fue la «Epopeya eslava» (Slovanská epopej), una serie de veinte enormes pinturas que narran la historia de los pueblos eslavos. Esta obra monumental fue donada a la ciudad de Praga en 1928 y representa el pináculo de su carrera artística.
Uno de los trabajos más destacados de Mucha en su tierra natal fue el vitral de la Catedral de San Vito en Praga, instalado en 1930 en la nave norte. Este vitral, patrocinado por el Banco Slavia, representa a San Wenceslao, patrón de los eslavos, como infante junto a su abuela, Santa Ludmila. Alrededor de estas figuras centrales, se encuentran escenas de la vida de los Santos Cirilo y Metodio, quienes esparcieron la cristiandad entre los eslavos. En la parte inferior del vitral, se aprecia la alegoría de La Eslavia, debajo de Cristo, reflejando el orgullo y la identidad eslava. Este vitral no solo es una obra de arte magnífica, sino también un símbolo del renacimiento cultural y espiritual de Checoslovaquia. Una reproducción de este vitral se exhibe en el Museo Mucha de la República Checa, permitiendo a los visitantes apreciar la maestría y el simbolismo de esta obra.
La invasión alemana de Checoslovaquia en 1939 fue un golpe devastador para Mucha. Fue arrestado e interrogado por la Gestapo, y nunca se recuperó del trauma. Murió el 14 de julio de 1939 en Praga, a causa de una pulmonía, y fue enterrado en el cementerio de Vyšehrad. Aunque al momento de su muerte su estilo se consideraba pasado de moda, el interés por su obra resurgió en la década de 1960 y ha continuado desde entonces. Gran parte de este renacimiento se debe a su hijo, Jiri Mucha, quien escribió extensamente sobre su padre y dedicó su vida a preservar y promover su legado.
El estilo de Mucha es inconfundible. Sus obras frecuentemente presentan mujeres jóvenes y hermosas, vestidas con atuendos neoclásicos y rodeadas de exuberantes flores. Aunque este estilo fue imitado en su época y se convirtió en un símbolo del Art Nouveau, Mucha siempre insistió en que su arte tenía un propósito espiritual y no meramente comercial. A lo largo de su carrera, Mucha produjo una vasta cantidad de trabajos que abarcan desde pinturas y pósteres hasta diseños para joyería, alfombras y decorados teatrales. Su enfoque en la figura femenina y la ornamentación floral ha influenciado a numerosos artistas y diseñadores contemporáneos.